Los ronquidos son un sonido ronco o áspero que se produce cuando el aire fluye por los tejidos relajados de la garganta y hace que estos vibren al respirar. Aunque muchas veces se consideran inofensivos, pueden ser señal de problemas de salud más serios y afectar tanto a quien ronca como a las personas con las que convive.
En Colombia, según la Asociaciación Colombiana del Sueño, 3 de cada 10 colombianos ronca y los índices de la higiene de sueño son preocupantes, pues en el país el promedio de horas de sueño es de 6,75, muy por debajo del estimado para un buen descanso.
¿Quiénes roncan más?
Aunque cualquiera puede roncar, hay ciertos factores que aumentan la probabilidad. Las personas con sobrepeso, los hombres, y quienes duermen boca arriba suelen ser más propensos. También es común que los ronquidos aparezcan con la edad, debido a la pérdida de tono muscular en la garganta.
Entre las causas más frecuentes se encuentran:
Sobrepeso u obesidad: el exceso de grasa alrededor del cuello puede presionar las vías respiratorias.
Consumo de alcohol o sedantes: relajan los músculos de la garganta.
Congestión nasal o tabique desviado: dificultan la respiración por la nariz.
Amígdalas grandes o úvula elongada: pueden bloquear parcialmente el flujo de aire.
Apnea del sueño: un trastorno más serio en el que la respiración se detiene repetidamente.
No todos los ronquidos son peligrosos, pero si están acompañados de pausas en la respiración, somnolencia diurna, dolor de cabeza matutino o dificultad para concentrarse, podrían estar relacionados con la apnea obstructiva del sueño. En estos casos es fundamental consultar a un especialista, ya que este trastorno puede tener consecuencias graves si no se trata.
Consejos para reducir los ronquidos
Algunas medidas sencillas pueden ayudar a disminuir o incluso eliminar los ronquidos:
Cambiar la postura al dormir: evita dormir boca arriba.
Bajar de peso: perder kilos puede reducir la presión en las vías respiratorias.
Evitar alcohol y sedantes antes de dormir: especialmente en las horas previas al descanso.
Hidratarse bien: la deshidratación puede hacer que las secreciones nasales y bucales se vuelvan más espesas.
Mantener una rutina de sueño estable: irse a dormir y levantarse a la misma hora ayuda a mejorar la calidad del descanso.
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